Sobre el respiradero del metro
Mostrando las partes más intimas de su cuerpo a los espectadores, parece no preocuparse de las fantasías a las que nosotros podamos entregarnos. Es una divinidad urbana, con las piernas abiertas sobre el respiradero del metro mientras la multitud de Nueva York, enmascarada en una ráfaga de viento, mira por debajo de su vestido; y ella tan poderosa y magnánima permite que los admiradores de abajo, los hombres que trabajan y viajan en el metro , deseen hacer el amor con ella.
Contemplar las bragas de la popular mujer del héroe más distinguido del deporte americano propiciaba a todo hombre una sensación de pode. pero como tantas otras imágenes de la Marilyn adulta, la pose es también una provocación consciente, una broma atrevida. Se regocija en nuestra diversión, pero ambos sabemos que se trata de una actuación.
Vestida toda de blanco (pendientes, vestido, ropa interior y sandalias, todo blanco), sin duda un recurso de la productora para coger desprevenidos a los censores. Pero el simbolismo de este conjunto atribuye un algo de etéreo a este striptease delante de extraños. En algunas versiones de la imagen (las hay a docenas) la falda se levanta como si de un par de alas se tratase. Sacro y profano: la imagen evoca a Marilyn, el ángel carnal.
Contemplar las bragas de la popular mujer del héroe más distinguido del deporte americano propiciaba a todo hombre una sensación de pode. pero como tantas otras imágenes de la Marilyn adulta, la pose es también una provocación consciente, una broma atrevida. Se regocija en nuestra diversión, pero ambos sabemos que se trata de una actuación.
Vestida toda de blanco (pendientes, vestido, ropa interior y sandalias, todo blanco), sin duda un recurso de la productora para coger desprevenidos a los censores. Pero el simbolismo de este conjunto atribuye un algo de etéreo a este striptease delante de extraños. En algunas versiones de la imagen (las hay a docenas) la falda se levanta como si de un par de alas se tratase. Sacro y profano: la imagen evoca a Marilyn, el ángel carnal.
R.B. WOODWARD